¿CONOCES LA IMPORTANCIA DE UN BUEN DESCANSO PARA TU BEBÉ?

Sabemos que descansar adecuadamente es una necesidad básica a cualquier edad, aunque es cierto que los niños necesitan más horas de descanso para así desarrollarse correctamente a nivel físico y mental.

Es fundamental que los niños duerman a diario la cantidad de horas que les corresponde según su edad. La falta de sueño puede interferir en sus capacidades de aprendizaje, concentración y motricidad. Según un estudio de la Asociación Española de Pediatría, hasta un 30% de niños padece alteraciones crónicas del sueño. Por eso es fundamental velar por sus sueños y nunca mejor dicho ya que, ¿sabes los beneficios que un buen descanso aporta a los bebés?

  • Es que el sueño es esencial para la maduración cerebral, el aprendizaje y la memoria favoreciendo así su desarrollo cognitivo.
  • Favorece el desarrollo físico, ya que Para dejar que la hormona del crecimiento haga su trabajo de la manera más eficiente es muy importante que el bebé pueda disfrutar de un buen descanso.
  • Junto a una alimentación equilibrada y el ejercicio físico, el sueño es el tercer hábito saludable que se ha de adquirir desde pequeño, por eso, inculcarle al pequeño lo importante que es descansar para su crecimiento es muy importante.
  • Los bebés están constantemente explorando el mundo y eso es una tarea agotadora, con lo cual es importante que descansen bien para que tengan energía para seguir conociendo su alrededor.
  • La falta de sueño puede provocar estrés tanto en los bebés como en los padres, por lo tanto, para que esto no pase es esencial crear una rutina de sueño sobre todo por las noches.

¿Cuántas horas necesitan dormir los niños?

Un recién nacido duerme un total de 16 horas diarias, entre seis y ocho episodios de sueño de 4 horas cada uno, con periodos intercalados de vigilia. Así, el recién nacido no respeta la noche, despertándose una o varias veces a lo largo de la misma.

Desde el primer mes hasta los tres o seis meses, la duración de los despertares nocturnos va disminuyendo y empieza a dormir de manera continua prácticamente durante toda la noche. Aunque, en casi un tercio de los niños en edad preescolar persisten estos despertares nocturnos, como consecuencia de una consolidación inadecuada del período de sueño nocturno.

Entre los 2 y los 4 años duermen por la noche unas 10 horas, más las dos siestas habituales. A partir de los tres años de edad va disminuyendo la “necesidad” de dormir durante el día, hasta prácticamente desaparecer antes de los seis años.

Desde los 5 a los 10 años de edad, el sueño alcanza un grado de madurez suficiente como para permitir la comparación con el adulto. 

Pasados los 7 años, no es habitual que el niño necesite dormir la siesta. Si ocurre, lo más probable es que por la noche duerma menos de lo que necesita o que padezca de algún problema durante el descanso nocturno.

¿Qué elementos pueden ayudarnos a mejorar el descanso de nuestro bebé?

Cuando llega la hora de dormir de nuestro pequeño, es importante tener en cuenta varios aspectos que lo ayudarán a conseguir un descanso profundo.

  • En cuanto a la comodidad del pequeño, la ropita con la que le vistamos para dormir juega un papel esencial. De este modo, es importante que acompañemos su sueño con pijamas que respeten su delicada piel y que resulten agradables al tacto.
  • La cuna o moisés debe ser lo suficientemente grande como para albergar a un bebé en crecimiento.
  • Escoge un colchón firme para que tu bebé duerma cómodamente, deberá ajustarse bien a la cuna donde vaya a dormir y no debe tener agujeros para la ventilación ya que es difícil mantenerlo limpio.
  • Las sábanas algodón tejido o la franela cepillada se siente caliente al tacto, rizo de algodón elástico o algodón-jersey son todas buenas opciones de tela para la cuna de tu bebé. También algunas sábanas planas son perfectas para las noches de verano.
  • Los sacos de dormir para los bebés también son mu socorridos, sobre todo porque elimina el riesgo de que tu bebé se deslice debajo de las sábanas, lo que puede ser muy peligroso.
  • Debemos tener en cuenta la temperatura ambiente del entorno donde duerma el bebé para que sea la adecuada.
  • Puedes utilizar un móvil musical y colocarlo en la cuna para que tu bebé se relaje y pueda dormir plácidamente. 

Si el bebé tiene dificultad para conciliar el sueño, existen algunas técnicas como cantarle una nana con voz bajita y suave, cunearlo en los brazos o mecer su cuna y también realizarles dulces y suaves caricias, sobre todo entre las cejas.

¿Cómo puedo garantizar la seguridad de mi bebé mientras duerme?

  • Duerme a tu bebé boca arriba desde el nacimiento, nunca boca abajo o de costado. Dormirlos de lado o boca abajo puede hacer que ruede sobre el costado del colchón o fuera de la cuna siendo extremadamente peligroso.
  • Lo importante es que su lugar habitual de descanso cuente con un colchón firme ajustado a la medida del mueble. Con textiles que también se ajusten y resulten seguros. El sofá, el sillón o la butaca se consideran peligrosos. 
  • Las asociaciones de pediatría estiman que compartir habitación con el bebé puede reducir el riesgo de muerte súbita del lactante hasta en un 50%, por lo que es más seguro, por eso, practicar el colecho facilita que el bebé permanezca cerca de la madre en todo momento, y esta puede atender sus requerimientos rápidamente y sin necesidad de levantarse. 
  • Evita accesorios innecesarios en la cuna como peluches, mantas, cobertores o cojines.
  • El chupete ayuda a que tu bebé quede dormido plácidamente.
  • La cabecita del bebé permanecerá siempre descubierta cuando duerma.

LOS PROBLEMAS DE UN MAL DESCANSO INFANTIL

Por el contrario, si tu bebé tienen problemas a la hora de dormir, puede afectar negativamente a su salud y también a la de los papás, puesto que para ellos también es importante descansar y pueden sufrir estrés si no saben qué le ocurre a su bebé.

Las consecuencias que pueden derivar un mal descanso tanto en bebés como en edades comprendidas entre los 3 a 6 años pueden ser:

  • Mal humor, mal comportamiento, aumento de la frustración, así como al cumplimiento de ciertas normas y mucha irritabilidad en los más pequeños.
  • Mal rendimiento escolar: Problemas de atención, concentración, memoria y aprendizaje.
  • Problemas en la salud física y mental.
  • Desmotivación y falta de interés no solo en el colegio, sino en otros aspectos de sus vidas: actividades extraescolares, amigos, relaciones sociales, familia…
  • Aumento de la falta de reflejos tanto físicos como para situaciones de índole intelectual.
  • Problemas relacionados con la capacidad motora.
  • Aparición de enfermedades y molestias como el dolor de cabeza o espalda.

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